Esta palabra tan rara es clave para una correcta motivación y para conocernos a nosotros mismos. La metacognición es el conocimiento de nuestros propios estados mentales, osea, de nuestras emociones, y nuestros pensamientos.
Como músico, es importantísimo saber qué pasa por nuestra cabeza cuando
nos desmotivamos. Por ejemplo, si un ejercicio o lección nos frustra,
hay que analizar el por qué. Puede ser porque resulte demasiado difícil
para nuestro nivel, porque nos impacientamos demasiado, o simplemente,
porque estamos en un mal momento.
En el primer caso, la dificultad excesiva,
lo mejor es apuntar a una meta más asequible. Si estamos estudiando
visualización sobre el mástil y, al intentar aplicarlo sobre un lick
complejo que podemos tocar, somos incapaces de lograrlo, debemos buscar
un fraseo o un solo que sea más fácil de visualizar.
Si estamos con un profesor y lo que nos enseña nos supera, debemos
decírselo. No en un primer momento, porque su método puede buscar un
momento difícil que luego será comprendido al mezclar otros
conocimientos, pero nunca nos quedemos callados si no nos motiva lo
suficiente. Tal vez nos comprenda mejor de lo que esperamos...
Cuando el problema es la impaciencia, y
la consecución de pequeñas metas no nos motiva, estamos ante un momento
en el que debemos reflexionar. ¿Me gusta tocar la guitarra? ¿Estoy
dispuesto a realizar el esfuerzo que requiere y disfrutar del proceso?
El proceso de aprendizaje no debería ser un suplicio, sino al contrario.
Debe ser un camino en el que disfrutemos.
No podemos pretender ser Brett Garsed de un día para otro, y lo más
probable es que nunca lo seamos... pero debemos disfrutar del proceso
que nos lleva a ser nosotros mismos como músicos, algo mucho más
hermoso.
Nunca veas el aprendizaje como un mal por el que tienes que pasar para
tocar bien, sino como una experiencia. Cada momento es único, y jamás se
repetirá.
A veces, cuando veo a mis nuevos alumnos, me apena no poder volver a
esos tiempos en los que descubría qué era un intervalo, por qué en un
tema se usaban unos acordes, o cómo se hace un armónico forzado. Sin
embargo, siempre aprendemos algo nuevo si estamos motivados y abiertos.
Este proceso, en un buen músico, nunca termina.
Si, por último, estamos atravesando un mal momento -personal, económico...- no deberíamos castigarnos estudiando hasta la saciedad. Deberíamos buscar el mayor disfrute posible, improvisando, tocando cosas que nos resulten cómodas...
Si, por último, estamos atravesando un mal momento -personal, económico...- no deberíamos castigarnos estudiando hasta la saciedad. Deberíamos buscar el mayor disfrute posible, improvisando, tocando cosas que nos resulten cómodas...
El aprendizaje es eterno, pero puede centrarse en cosas pequeñas. Hacer
sonar bien tres notas, mejorar el vibrato sobre una parte de una
improvisación, o tocar riffs que nos gustan también es una forma de
aprender.
En esos momentos, forzarnos a aprender a un ritmo alto, puede derivar
en una absoluta desmotivación y el abandono del instrumento.
La música es como la vida, cuando estamos en un mal momento es mejor no
forzar la situación y estresarnos, sino disfrutar de pequeñas cosas y
afrontar el vendaval como podamos.
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